miércoles, febrero 01, 2006

DESAFÍOS ACTUALES EN MATERIA DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA

Por Manuel Calvo Hernando


Entre tanto como nos falta por conseguir en este siglo XXI, y después de lo hemos avanzado es las últimas centurias, las sociedades del Tercer Mileno se enfrentan con un objetivo importante, porque de su incumplimiento se puede derivar grandes daños. Se trata de la necesidad de hacer partícipe a la sociedad del conoci­miento científico, de sus beneficios y de sus riesgos y de promover un diálogo razonable entre quienes tienen a su cargo la actividad científica, y el resto de los ciudadanos.

Análisis recientes sobre la ciencia y los científicos, actualizan la paradoja, ya advertida por Carl Sagan, de que en una sociedad cada vez más influida por la ciencia y la tecnolo­gía, el ciudadano de a pie sepa tan poco sobre estas cuestiones, a pesar de que actúan directamente sobre su vida individual y colectiva.

La ciencia y la tecnología influyen en las estrategias industriales y las transforman, modifican las economías naciona­les, prolongan la duración de la vida media de las personas, actúan sobre la demografía de los países, superar las diferencias fronterizas utilizando las comunicaciones por satélite y facilitando los viajes y el turismo. En una palabra, todas las actividades humanas han sido y son transformadas por la actividad científica y tecnológica, y casi siempre en beneficio del individuo y de la sociedad.

A pesar de todo ello, el gran público, esa mayoría silencio­sa que en los países democráticos influye en el poder público y en sus cambios, vive relativamente pasivo a esta fuerza y a estas posibilidades de la ciencia y de la técnica. Todo parece como si la ciencia y la tecnología pertenecieran sólo a quienes las hacen y, todo lo más, a los gobernantes.

RETOS DESDE EL PERIODISMO CIENTÍFICO

Uno de los problemas permanentes en el Periodismo Científico son las relaciones entre científicos y periodistas. Hay también diferencias entre ambos colectivos, sobre todo en lo que se refiere al concepto de noticia y al tiempo que transcurre, o debe transcurrir, entre la realización del trabajo (científico o periodístico) y su entrega al público.

Aparte de los desafíos derivados de circunstancias específicas del siglo XXI, existen otros retos que, por decirlo así, venían ya acompañando a la divulgación de la ciencia desde que, a mediados del siglo XX, tomó carta de naturaleza en el mundo. El descubrimiento científico, por ejemplo, es raras veces espectacular; lento y por lo general incluso difícil de situar en el tiempo y aún en el espacio (más de una vez dos científicos que no se han visto nunca coinciden en llegar simultáneamente a las mismas conclusiones, que pueden llevarles hasta un importante descubri­miento). El hallazgo suele ir precedido de un largo trabajo en el que los fracasos son tan importantes como los éxitos.

Otros problemas son la oscuridad y la complejidad de lo expuesto. En general, las teorías científicas modernas son cada vez más impenetrables para el profano; en cuanto se quiere hacer algo más que describir algunos resultados concretos, hay que suponer por parte del lector o del público en general unos conocimientos y una paciencia de lo que, en realidad, sólo disfruta una minoría.

Ello explica la necesidad de utilizar diversos medios para reducir el esfuerzo del destinatario. Las ilustraciones (fotos o dibujos) no bastan por sí solas. Las historietas en dibujos pueden ayudar, pero es empresa difícil. En cambio, la novela científica puede aportar una valiosa contribución, como lo demuestran muchas aportaciones de la ciencia ficción al desarro­llo de vocaciones para la ciencia o la técnica.

Otros desafíos del periodismo científico para los años próximos se derivan de la agudeza del problema del conocimiento, al que se vinculan la mayor parte de los conflictos contemporáneos: la superpoblación, la contaminación ambiental, el agotamiento de los recursos naturales, los medios de destrucción total, el aumento de desigualdades entre seres humanos en materia de riqueza y de educación.

AVENTURA EN EL LABORATORIO

A estos desafíos de carácter electrónico, se añaden otros que son consecuencia de cambios en la investigación científica. Walter Sullivan, que fue editor científico del New York Times, ha subrayado que hoy la "aventura" se desarrolla principal­mente en el laboratorio y, por tanto, suele ser más difícil describirla al público. Este es uno de los desafíos actuales del escritor científico. Pero ello no significa que no sea posible transmitir emociones al relatar los descubrimientos en la física, la química o la biología. Tengo en la memoria del corazón la autobiografía del premio Nobel François Jacob (La estatua interior), cuando describe sus jornadas en el laborato­rio y la inquietud de cada comprobación para ver si los datos indicaban algo importante para la solución del problema que trataban de resolver. Esto era para él "tan emocionante como escuchar la radio en tiempos de crisis o ver el final de una película policíaca".

Otro desafío no es de ahora, pero sigue planteado: a principios del siglo XX. El físico Robert Oppenheimer, que tuvo días de gloria y días de dolor, analizaba las dificultades que entonces encontraba la divulgación de la ciencia: la gran distancia que existía, y que ahora se ha multiplicado, entre las enseñanzas que se reciben en la escuela y los progresos de la ciencia durante la vida de un ser humano. Hoy, la ley de la aceleración de la historia interviene también en la ciencia y nadie podrá, apoyándose en los programas escolares de hace varios años, comprender, por ejemplo, los últimos trabajos sobre las partícu­las fundamentales de la materia o, simplemente, lo que ocurre en los cristales semiconductores o en la clonación.

Por otra parte, el hecho de que la masa absoluta de conocimientos disponibles se hayan multiplicado considerablemen­te, determina que un solo hombre no es ya capaz de abarcar siquiera una parte de ellos. Hoy no es posible que un espíritu genial sea al mismo tiempo filósofo, artista, geómetra y médico. La unicidad del saber se ha perdido: es como un espejo muy grande que se rompe en muchos trozos y cada uno de ellos refleja el mundo a su modo. Esta era quizá la gran nostalgia de Oppenheimer, su mayor pesar (Rouzé, 1962).

PERIODISMO CIENTIFICO: EXPLICAR EL UNIVERSO

En última instancia, los problemas del periodismo científico se derivan de la obtención de datos (fuentes) y de la capacidad de expresión y de transcodificar el mensaje científico para que lo entienda las personas no especializadas. Estamos en la Era de la Ciencia y, por tanto, el reflejo de la actualidad científica y tecnológica en los medios informativos es, o debería ser, la Gran Noticia, la explicación diaria del Universo, el instrumento de participación de la gente en esta singular aventura de la especie humana que es el conocimiento científico y sus aplicaciones técnicas.

Debemos tener en cuenta que gracias a los avances del conocimiento, muchos millones de personas disfrutan de unos niveles de salud y bienestar que hace sólo un siglo o menos aún, solamente podían ser alcanzados por los poderosos de la Tierra. Pero ni los conocimientos, ni la cultura, ni el bienestar, ni la riqueza, ni la información, están distribuidos equitativa­mente. La mitad de la población mundial vive todavía sometida a las antiguas y penosas servidumbres de la inseguridad, la pobreza y la ignorancia.

El Periodismo Científico es un instrumento para la democracia, porque facilita a todos el conocimiento para poder opinar sobre los avances de la ciencia, y compartir con los políticos y los científicos la capacidad de tomar decisiones en las graves cuestiones que el desarrollo científico y tecnológico nos plantea.

A la gente se le puede decir cualquier cosa, siempre que los términos nuevos hayan sido inventados para definir una novedad. Los términos científicos son herramientas útiles para dar un contenido de veracidad a las narraciones de hechos científicos. Lo importante de su uso es su precisión literal. El término científico está allí para garantizar el origen del texto y su credibilidad, como una consecuencia de la actividad científica.

Parecen evidentes, en todo el mundo, las dificultades de hacer un periodismo científico riguroso, exigente y responsable, y obligado a competir, en la actualidad diaria, con guerras, desastres naturales, crímenes, escándalos de diversos tipos, crisis políti­cas, económicas o sociales, idas y venidas de estrellas del espectáculo y del deporte y hasta con las pseudo­cien­cias, perturbadoras para el individuo y para la sociedad, pero que gozan del atractivo de lo misterioso y de lo irracional.

Desvelar los misterios del universo, enriquecer el conoci­miento, mejorar la calidad de vida, he aquí algunos objetivos del investigador científico. Estos, y todos los demás, habrán de ser proyectados por el periodista especializado en ciencia y técnica para facilitar la comprensión del público, acercarle a la tarea científica y hacerle participar de alguna manera en lo que constituye la más fantástica aventura intelectual de nuestro tiempo.

Y todo esto hemos de hacerlo con los mejores recursos de nuestro oficio y tratando de ofrecer el máximo atractivo. Ni en la divulgación en general, ni en el periodismo científico en particular, podemos pasar por alto sus dimensiones artísticas, lúdicas, divertidas, es decir, debemos presentar el conocimiento al público como un goce del ser humano y de la alegría del saber.

Para Sagan, el problema es sólo uno: no hablar al público en general como lo haría con sus colegas científicos, y utilizar el lenguaje más sencillo posible. El científico debe recordar lo que pensaba antes de entender él mismo lo que está explicando, y señalar los malentendidos en los que él mismo estuvo a punto de caer.

Sagan sostiene que la divulgación de la ciencia tiene éxito si, de entrada, no hace más que encender la chispa del asombro. Y recomienda no crear confusión ni mostrarse paternalista.

Todo lo que hemos dicho podría condensarse en una frase, con la que quisiera acabar. La divulgación es un mandato de la sociedad, de la justicia y de la ética, para que todos quienes estamos afrontando esta serie de desafíos a los que hemos dedicado nuestra intervención, es decir, comunicadores, científicos, docentes, ingenieros y otros diversos tipos de profesionales comprometidos en la responsabilidad que todo esto implica, seamos capaces de PONER LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE TODOS.